domingo, 12 de julio de 2009

ADÉLE TAPIÉ DE CÉLEYRAN, CONDESA DE TOULOUSE-LAUTREC



1 La condesa de Toulouse-Lautrec leyendo un periódico
1880
óleo sobre lienzo
40,2 x 32,4
Musée Toulouse-Lautrec (Albi)


2 La madre del pintor leyendo en el jardín
1882
óleo sobre lienzo
41 x 35
Musée Toulouse-Lautrec (Albi)


3 Condesa Adèle de Toulouse-Lautrec
1882
óleo sobre lienzo
43 x 35
Colección privada


4 La madre del pintor desayunando
1881-83
óleo sobre lienzo
93,5 x 81
Musée Toulouse-Lautrec (Albi)


5 La madre del pintor en el jardín
1883?
óleo sobre lienzo
55 x 46
Colección privada


6 La condesa A. de Toulouse-Lautrec en el salón del château de Malromé
1887
óleo sobre lienzo
55 x 46
Musée Toulouse-Lautrec (Albi)






La madre de Lautrec, condesa Adèle-Zoë-Marie-Marquette Tapié de Céleyran (1841-1930), provenía de una antigua familia de la provincia de Aude. Ambas familias, la Toulouse-Lautrec y la de Céleyran, estaban emparentadas desde el siglo XVIII. Adèle se casó con su primo, el conde Alphonse de Toulouse-Lautrec. Después del nacimiento de su segundo hijo y de su muerte un año después, el matrimonio se separó. Adèle pasó a vivir entonces al palacio de Malromé, donde su hijo la pintó en varias ocasiones.


Lautrec estuvo toda su vida muy unido a su madre, que siempre le apoyó económicamente, e hizo varios retratos de ella, en actitud serena y un tanto melancólica.

La condesa donó en 1922 a la ciudad de Albi, patria chica de su hijo, el taller de éste, que áhora puede visitarse en el museo del Palais de la Berbie.





1

Uno de los primeros retratos de la condesa de Toulouse-Lautrec, varias veces retratada por su hijo.

Joyant fecha esta obra en 1881.


2


En la primavera de 1882, Lautrec pintó este adorable retrato de su madre sentada en una banco del jardín en la hacienda familiar de Céleyran.

Se trata de una experiencia temprana e infrecuente de Lautrec con la luz natural. El recurso de situar la figura bajo un emparrado o un árbol frondoso que filtra la luz había sido popularizado por los impresionistas, sobre todo Renoir. Lautrec, no obstante se mantiene en una gama de color fría y sobria, que busca construir la forma con la pincelada más que recrear la sensación visual.

El motivo era que los pintores impresionistas habían empezado a explorar en la década de 1870 como una extensión de su preocupación con los temas de la vida moderna y los efectos de la luz al aire libre ("plein-air"), y es posible que en esta fecha, tras su primer temporada como estudiante de arte en París, Lautrec pudo haberse familiarizado con imágenes similares de Manet (Mujer en un jardín) o de Monet (En el parque). Es interesante notar que Renoir, por cuya obra Lautrec iba a desarrollar más tarde una profunda admiración, pintó un cuadro ese mismo verano que era muy similar y no más avanzado que el concebido independientemente por el adolescente Lautrec. El mismo Lautrec obviamente encontró el motivo tan atractivo que más tarde hizo posar a varias modelos sentada con una sombrilla sobre sus rodillas en un jardín. También podemos pensar en Berthe Morisot, de la que podemos recordar su Mujer cosiendo en un jardín, del Museo d'Orsay. Esta similitud es tanto menos sorprendente cuanto se sabe que Lautrec tuvo la ocasión, aproximadamente en la misma época en que pintó este cuadro de ver las obras de esta pintora. Sensible a su poesía, no resulta nada extraño que las apreciera vivamente y que sintiera el deseo, por otra parte sin consecuencias, de experimentar un estilo por el que percibió una gran atracción.


3



Una de las modelos más representadas en los momentos de formación de Toulouse-Lautrec será su madre, una mujer cariñosa, cultivada y siempre pendiente de su hijo. La admiración que siente Henri hacia la condesa se pone de manifiesto en los retratos, destacando siempre su carácter inteligente y frío, siendo el perfil la postura más querida para representarla. En esta ocasión nos encontramos ante un sensacional estudio posiblemente para otro trabajo donde las pinceladas rápidas y empastadas dominan la composición, recibiendo el rostro la iluminación desde la izquierda para resaltar la parte derecha de su atractiva y plácida cara. Los tonos oscuros contrastan con los claros, creando un atractivo juego que refuerza la expresividad de la modelo.

Expuesto por Joyant en 1914.

Monograma rojo abajo, a la izquierda.



4



Adèle Zoe Marie Tapie de Céleyran era el nombre de soltera de la madre de Toulouse-Lautrec. Había nacido en 1848 y se había casado con su primo hermano Alphonse Charles, conde de Toulouse, posiblemente para aumentar las fortunas de ambas familias. Pero en el aspecto médico la consanguinidad provocaría en el hijo del matrimonio una enfermedad denominada picnodisostosis, desorden genético de los huesos que tiene como resultados estatura pequeña, piernas cortas, manos y pies pequeños y cierta tendencia a las fracturas. La madre de Henri sintió siempre un gran cariño hacia su hijo, llegando a trasladarse a París - a una casa bastante modesta a diferencia de su palacio de Malromé, en las cercanías de Burdeos - para estar más cerca de él y poder llevar un cierto control de su crápula vida.

Ese aspecto de buena mujer es lo que más llama la atención de este retrato, perfectamente elaborado, empleando unas tonalidades claras y una pincelada rápida y suelta que sugiere un conocimiento de la obra de Manet aunque también podemos encontrar cierta referencia a Daumier.

El aspecto psicológico de la modelo será una de las facetas que destacará en los retratos de Toulouse-Lautrec, incluso ya en sus años iniciales.

En sus primeros años como artista Lautrec pintó numerosos retratos de su madre. En éste la muestra tomando su desayuno en Malromé, su hogar en el sudoeste. Aunque Lautrec no había encontrado aún su sello característico, éste es un trabajo agradablemente tierno, evoca la tranquilidad de su madre, un personalidad por mucho tiempo sufriente. Después de la muerte de su segundo hijo en 1867, el conde y la condesa vivieron virtualmente separados y la condesa se dedicó a su hijo sobreviviente Henri. Detrás de la formalidad artistocrática, las cartas de Lautrec sugerían el profunda afecto por su madre y una gran dependencia emocional.

Por años ella vivió en París para estar cerca de su hijo aunque su deterioro alcohólico fue para ella muy difícil de sobrellevar y se volvió a Malromé. Cuando comenzó el fin de la enfermedad de Lautrec fue llevado a Malromé para morir.

Diversamente fechada en 1881 o 1883, pero quizá realizada -en Malromé- en este último año, dadas las evidentes relaciones con Manet.

Abajo, a la izquierda, la marca roja.



5


Probablemente pintada en Malromé.

Abajo, a la izquierda, la marca roja



6


La estricta visión de perfil, a menudo usada por los maestros italianos del Renacimiento temprano, es transferida a un contexto contemporáneo. Todo en esta pintura está impregnado de discreta dignidad, y la mirada baja de la lectora sugiere un indicio de resignación. Sentada en un sillón, vuelta a la izquierda del espectador, sin dar ningún sentido de intimidad, todavía menos de confidencialidad. Las grandes cortinas estampadas están abiertas para revelar una ventana al fondo de la habitación, a través de cuyos cristales el verde del jardín resplandece tenuemente y la brillante luz del sol cae sobre el coloreado suelo. Los colores apagados del interior están en estrecha armonía con la dignificada figura con su vestido azul oscuro. La habitación tiene una chimenea con un sofá frente a ella, una mesa redonda y la obligatoria silla estilo Luis XVI. Es el salón del Château de Malromé, una hacienda cerca de Burdeos que la condesa compró en mayo de 1883 como refugio para ella y para su hijo.

La técnica pictórica de Lautrec cada vez tiene un carácter más personal. En varios lugares la superficie coloreada está creada por pequeñas pinceladas. Su sensibilidad por los poderes expresivos del color pudo haber sido intensificada por discusiones sobre los descubrimientos divisionistas de los neoimpresionistas - aunque es muy diferente del acercamiento metodológico unilateral de Seurat y Signac. Un frío colorido azul y verde, basado en Pisarro y Manet, predomina, en armonía con la mesurada dignidad de la modelo. Sólo la cara, contrapuesta al intenso rojo del mobiliario, irradia calor.

Aquí, trasladado a la pintura está el diálogo tácito entre el hijo y su madre, cuyo afecto por él, a pesar de sus últimos riesgos, estuvo siempre basado más en el amor que en la comprensión. Su vida como artista y su significado iban a permanecer más allá de su alcance. Uno tiene la impresión que el artista utilizaba su reticente postura como una medida para estructurar su composición. Trabajando desde el eje perpendicular de su cuerpo, ligeramente a la izquierda del centro de la pintura, ha creado una hermética estructura pictórica desde varios acentos horizontales. La riqueza de las formas holgadamente pintadas en la soleada habitación dirige la mirada más aún enérgicamente a las relaciones formales estrechamente compuestas de la figura en el primer plano.

El retrato fue pintado en el verano de 1887 y firmado abajo a la izquierda con el anagrama "HTreclau". Esta versión codificada de su apellido aparece varias veces, particularmente en dibujos propuestos para su publicación. Lautrec lo usó entre 1885 y 1888 a requerimiento de su padre, quien consideraba las actividades de su heredero en Montmartre con una mezcla de sentimientos y temía que el honor de la familia pudiera estar empañado por ellos.

El artista estuvo aparentemente complacido con el resultado de su trabajo, puesto que escogió el retrato de Mme A. de TL, junto con otras diez obras, para su primera participación oficial en una exposición, en el Salon des XX en Bruselas en febrero de 1888. Es el cuarto en la lista de su anteproyecto para su colaboración en el catálogo.

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