domingo, 5 de julio de 2009

HÉLÈNE VARY


1888
1 - Hélène Vary
óleo sobre cartón
34,8 x 19,5
Musée Toulouse-Lautrec (Albi)
2 - Modelo en el estudio: Hélène Vary
óleo sobre cartón
74,5 x 49
Kunsthalle (Bremen)
3 - Hélène V.
óleo sobre cartón
73 x 52
Colección privada


En 1888, en el taller de la rue Caulaincourt, Lautrec pinta tres retratos de Hélène Vary, una vecina suya de diecisiete años, con cuya belleza el pintor estaba entusiasmado.
Anne Roquebert escribe: "Hélene Vary era una joven vecina de Lautrec en Montmarte. Decidiendo una día que 'ella se había vuelto muy bella, extremadamente bella, admirable', Lautrec determinó pintar su retrato y pidió a Gauzi que trajera su cámara, porque quería 'tener su foto ¡Su perfil griego es incomparable!' Gauzi, a quien debemos el registro de esta conversación, añade: 'Hélene no era pelirroja; su pelo era castaño claro, pero esta vez Lautrec sólo tuvo ojos para la pureza del perfil'"

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Durante los siete años que Toulouse-Lautrec vivió en la rue Fontaine, en compañía del doctor Bourges, sintió una especial admiración hacia su vecina Hélène Vary. Henri la fotografió en varias ocasiones para tomar esas instantáneas como modelo de sus obras. La bella joven aparece en un rígido perfil, recordando los retratos renacentistas, recortando su rostro ante un fondo neutro en cuya parte superior se insinúa el espacio. Viste traje oscuro, abotonado hasta el cuello, diferenciándose de los retratos de las divas de la noche parisina como La Goulue o Yvette Guilbert. La tristeza de la muchacha también ha sido interpretada de manera correcta por el pintor, interesándose siempre por la personalidad de sus modelos, aportando en algunas ocasiones cierta dosis de caricatura a sus retratos. La pincelada empleada por Henri es rápida y contundente, apreciándose los toques de pincel en el soporte, recordando al estilo de Degas, pintor al que Lautrec admiraba profundamente.
2
En este retrato, Lautrec dota a la modelo Hélène Vary, una joven vecina que ya ha conocido de niña, de una belleza serena, con rasgos dignos, nobles y puros. No la ha pintado más fea de lo que era, como tan frecuentemente se le ha achacado al pintor; al contario, muestra una cierta reverencia por su bonito rostro de perfil. Lo sabemos por su servicial amigo Gauzi, que a petición del pintor tomó una fotografía de la modelo en la misma posición que en el cuadro. La comparación de cuadro y fotografía muestra que sus modelos no están deformados o distorsionados, sino caracterizados, con más aliento vital, más intensidad en el lienzo que en la mejor fotografía.
Esta espléndida obra, realizada seguramente en el estudio del pintor, destaca sobre todo por la delicadeza del contorno de la modelo sentada en un sillón. Perfilada con gran exactitud, uno debe fijarse en el gran detallismo del rostro, el cabello y, en menor medida, de las manos. Un rostro inmóvil capaz de transmitir, paradójicamente, la viva sensación de girarse en cualquier momento.
Lautrec lo expuso en el Cercle Volney en 1890.
Adquirida por el Museo en 1914.
Según Joyant 70 x 40; según Jourdain, 65 x 58.
3
Este retrato es una íntima descripción de la vecina de Lautrec Hélene Vary, una muchacha de diecisiete años a quien el había conocido desde la infancia. En esta obra, Hélène es vista sentada leyendo casi de perfil con su espalda encorsetada vuelta al espectador y su pelo recogido por detrás y a los lados.
Esta pintura probablemente fue dedicada al profesor del artista Fernand Cormon. Hélène está absorta en su mundo privado, aparentemente ignorante que está siendo observada y capturada por el artista. El ritmo de la configuración compositiva de Lautrec es delicadametne ondulante, dominado por la silueta azul-negra del escote, torso y brazo de Hélene que pasa rápidamente hacía la carta que sosotiene en su mano izquierda. Aunque el artista se centra en la figura la Hélène, lo que la rodea también es tratado de una forma exhaustiva. La paleta es un armonioso diálogo de azules y verdes jade, de dorados y azules oscuros que seleccionan los detalles de la escena, como una botella sobre una mesa junto a Hélène y el intrincadamente trabajado respaldo de la silla sobre la que se sienta. Hay un delicado equilibrio en Hélene V... entre la línea que traza la figura y el matiz y las pinceladas que dan cuerpo a la forma. Este meticuloso equilibrio es sintomático del muy consciente y controlado método compositivo del artista, evidente a través de su obra de este periodo.
El anonimato inferido por la abreviación del apellido de Hélene en es título de esta obra y las composiciones relacionadas, sugieren que Lautrec era reticente a revelar la "verdadera identidad" de su modelo, prefiriendo en vez de eso bromear con su público con un título tentadoramente incompleto. Incluso la cara de la figura está medio oscurecida por su posición dentro de la composición y el efecto de intimidad mezclado con el anonimato está fortalecido por la blancura de la carta que ella lee.
La atmósfera completa dentro de la composición es de gran tranquilidad y ensimismamiento, a pesar del rubor en las mejillas y la oreja izquierda de Hélene sugieren que el conocimiento ente el observador y la observada es con mucho un díálogo de doble sentido.
Con su mirada íntima, exqusita destreza de toque y luminosidad de paleta, Hélene V. es un importante y perdurable punto álgido en los retratos femeninos de Lautrec desde finales de la década de 1888.
Fue expoliada por los nazis en 1941 y restituida en 1946.
El 27 de junio de 2000 se subastó en Sothebys, siendo Sothebys por 2.753.500 £
Firmada y dedicada:"A mon vieux Maitre"






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